A veces uno no sabe cómo comenzar una columna, menos aun cuando es la primera, comienzas en el vacío y de pronto estas saturados de ideas. Por dónde comienzo?  Del principio lo más lógico, faaa eso es mucha información. Agarramos el mazo y comenzamos a barajar para meditar en lo que podría escribir en el debut, igual echar un ojo a los artículos de los compañeros  y cachar como viene  la mano. Entre tantas vueltas al mazo se asoma una de esas cartas que debería ir en la mayoría de nuestros deck comanderos, de esas cartas que nacen grandes y me llevan a compararlas con esos jugadores que entran los últimos diez minutos a la cancha con el marcador en contra y así como si nada y dan vuelta el partido.

Si el oponente se guardó en la mano un counter habrá que rebuscarse para dar vuelta la partida, pero si este talentoso entra a la cancha, hará la pega y por lo bajo entra limpiando la meza y en los siguientes turnos te va a pegar de tres en la cara como si nada, pero también queda el otro camino, ese que entra pegando de 3 al oponente o a lo que se mueva, asi te aguantas dos turnos más para darte un respiro de 7 vidas y llenarte la mano para que bajes 7 permanentes gratis mientras vemos como el rival va poniendo esa cara de que la partida se acabó, de seguro no se va a rendir o quizá si, porque a veces no queda nada más que hacer ante semejante prodigio en cancha.. Como lo dije antes, hay quienes nacen grandes y la historia los apaña como tal. Claro, este es de esos grandes que ni emblema necesita, así de cabrón.

Mientras todo esto sucede, al rival los gusanos ya le comieron todas las ideas y estrategias, solo le da vueltas aquella frase que dice “debí dejarme aquel counter o aquel removal y no gastarlo en esa…” (Censurado XD).

Independiente el camino que se tome, bien valen esos 8 manas que nos gastamos para invocar a nuestro caminante conocido como Ugin, the Spirit Dragon. Cuando el asunto fluye, es como que a uno le crece el pecho de tener a semejante caminante de tu lado y chuta que duele cuando a tí es a quien se voltea.

Sin duda con tanta variedad de decks comanderos sabemos que no en todos funca un Ugin, pero tampoco podemos negar que es bueno tenerlo en el campo de batalla pegando, exiliando, ganando vidas, bajándote permanentes y rompiendo la estrategia del rival.

Un juego lo puede ganar un hechizo de esos que te dejan con un tic en el ojo, o la estrategia que se te dé como un reloj suizo, hasta los errores del rival o la simple suerte, pero cuando lo gana una leyenda, apagamos las luces y nos vamos todos para la casa.

 

-Joe Carroll